8.11.11

gentileza del Diario La Verdad de Junin
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Historia del brutal atentado a La Verdad


Estado en que quedó el tablero de comando de la máquina impresora tras el accioar del fuego.
El comienzo
Días antes de las elecciones, y ante la insistente ola de rumores acerca de que el diario LA VERDAD podía ser objeto de un complot en la que estaría involucrada gente de la Intendencia local, llamé en persona a Mario Meoni y lo puse en conocimiento de la situación. Me dijo que no ponía las manos en el fuego por nadie, y me comprometí a no ventilar públicamente el asunto para evitar complicar el proceso electoral en curso (después de todo no teníamos certezas). El sábado pasado, en una editorial denominada “La banda de Meoni”, me encargué de aclarar que venía siendo perseguido, y que algunas personas relacionadas con el poder local, tuvieron reuniones con miembros de nuestro plantel periodístico que, sabíamos a ciencia cierta, estaban conspirando y sorpresivamente se habían “dado vuelta”, dejando de brindar información y pasándose al “bando contrario”; es decir, los poderosos de siempre. De hecho, el viernes a las cinco de la tarde, en un bar cercano al diario, se produjo un encuentro entre Itoiz y una persona del diario que, tiempo atrás, eran acérrimos enemigos. ¿La primavera traerá reconciliaciones? De la misma forma, varios testigos afirman que Javier Gabrielli habría comentado frente a distintas audiencias que x (no puedo nombrarlo por cuestiones legales) sería un director más dócil que quien escribe. Sea como sea, la desestabilización del diario comenzó hace un mes, y las autoridades de Junín estaban al tanto del tema. La cámara que da a nuestra puerta de entrada, misteriosamente dejó de funcionar hace un par de días. Junto a la solidaridad del periodismo nacional, hoy mismo recibí fuertes amenazas.

El atentado
Durante el domingo a la noche y sin forzar la entrada (lo que supone complicidad interna), uno o varias personas se dirigieron a la máquina impresora y utilizando trapos empapados en kerosene que dispusieron en los tableros eléctricos, incendiaron dos cuerpos de impresión. Pudo haber sido un desastre mayor, pero aunque por unos días (probablemente más de 10) deberemos imprimir el diario fuera de la planta, la cosa no pasó a mayores. Javier Gabrielli me llamó medio dormido a las diez de la mañana para decirme que recién se enteraba de lo ocurrido (para ese entonces ya estaba trabajando incluso la policía científica), y el Intendente, quien debo admitir que se comportó mejor, lo hizo pasado el mediodía. Respuesta lenta en ambos casos para lo que constituye un atentado inédito en la historia de la Democracia y tuvo amplia repercusión a nivel nacional, prácticamente todos los medios cubrieron el hecho.
La droga
No es una novedad para nadie que vengo recibiendo amenazas desde hace tiempo por tratar el tema del narcotráfico en Junín, ciudad en la que si no se hace algo urgente, va camino a ser un pequeño México en cinco años. El Intendente sabe de mi propia boca, qué funcionarios de su gobierno están fuertemente relacionados al tema, y sabe también que esos vínculos no son invenciones del periodismo. A las adicciones personales, se suman las relaciones con narcotraficantes reconocidos. Nadie quiere hablar y todo el mundo conoce el tema. Desde acá, y como le dije por teléfono, lo hago responsable por la seguridad del diario y todos los periodistas que trabajan en esta ciudad, sean del medio que sea.
Tengo temor por mi mujer y mis hijos pero también temo por las familias de todos.