Rara tradición de los argentinos la de festejar o conmemorar distintas fechas del calendario con hechos que nada tienen que ver con nuestras costumbres.
Así, festejamos el fin de año como nuestros abuelos, bisabuelos o tatarabuelos y nostálgicamente lo hacemos comiendo tal cual ellos lo hacían. Claro que nuestros antepasados las fiestas las pasaban en su tierra natal bajo cero, y nosotros partimos nueces, almendras, frutas secas en nuestra provincia con 30º. Ni hablar los del norte que están con 45º a la sombra y agregan a la ingesta varios litros de "lubricante".
Así también ahora festejamos la noche de brujas, acompañando a los chicos a pedir golosinas por doquier. Y es ahí cuando viene el desquite del papi con el kioskero, pensando socarronamente "aguantátela!!! Me sacás billetes durante todo el año y ahora no querés soltar un misero Bon o Bon?" Y el disfrute es mayor, cuando al salir del local, ves que entra otra tanda de cinco chicos, y otra de cuatro, y otra de seis, y otra...y otra.
Las veredas albertinas anoche se inundaron de pibes de todas las edades. Pero dígame la verdad...con una mano en el corazón...No le parece que en vez de acompañar a los nenes a pedir golosinas, tendríamos que sacar a pasear a la suegra de la mano? Tengamos consideración!!! Aunque sea en su noche!!!
Javier Lizarralde
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