3.11.09

BRASIL Y EEUU FRENTE AL GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS


Por Adolfo Rocha(Periodista,Licenciado UNLP, especializado en temas internacionales)

Cualesquiera sea el resultado de las negociaciones que deberían restituir al gobierno al presidente Zelaya, la crisis desatada por el golpe de estado hondureño ha demostrado dos cosas: el creciente protagonismo brasileño en la política continental, junto a las cavilaciones y contradicciones de la política estadounidense para la región.
La audaz maniobra de facilitar el retorno de Zelaya a su país a partir de brindarle asilo en la embajada brasileña obedeció a una serie de factores concatenados. El primero, y no menor, es el reclamo de buena parte de las cancillerías latinoamericanas de posiciones brasileñas más firmes respecto de la resolución del conflicto, visto que la mediación auspiciada por la OEA estaba empantanada. Brasil no podía permitir que su emergente liderazgo quedara cuestionado precisamente por el conglomerado de naciones que pretende encabezar.
Por otro lado, y cuestión no menor, la estabilidad de la democracia en la región estaba seriamente amenazada, en un grado comparable sólo con el intento de golpe de estado contra Hugo Chávez hace 8 años, unánimemente rechazado en la región, por gobiernos de distintos signo ideológico.
Pero fundamentalmente, porque el “darle largas” a la resolución de un conflicto sobre el cual los Estados Unidos tiene la llave maestra, fue leído por Lula, sus asesores y su cancillería (correctamente) como un intento de menoscabo del liderazgo brasileño y de la autonomía en la región. En definitiva, las dudas dentro de la administración Obama sobre el grado de autonomía que “se le debería” otorgar a América Latina, forzaron esta jugada de Brasil, avalada, implícitamente, por casi todo el continente.
Existe en la dirigencia estadounidense, salvo honrosas excepciones, una mirada superficial y un tanto omnipotente sobre las relaciones de poder entre ese país y América Latina, anclada en esquemas de los años ’90, que no reflejan los cambios acontecidos en el continente, y en el mundo, durante la primera década del siglo XXI.
La jugada brasileña en Honduras fue la primera señal concreta y efectiva de que, luego de un siglo, los estados unidos deberá compartir _ ¿consensuar?- sus decisiones con otros actores continentales.

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