Cuando hace un par de meses nos ocupamos del tema de la nocturnidad no pensamos que iba a estar tan en el tapete. Decíamos en ese momento que el tema de los menores en la noche era un tema de competencia de los padres, pero en los casos donde los padres no pudieran, no quisieran o no supieran hacerse cargo, el estado debía hacerlo y debía en ese cometido ser respaldado.
Vaya entonces nuestro respaldo a las medidas tomadas por el gobierno municipal respecto a la asistencia de menores a lugares nocturnos con expendio de alcohol.
Por otra parte, si bien ya se ha dicho bastante, no se puede obviar un comentario a lo acontecido con el cierre de Camila y la posterior pegatina de afiches por parte de los responsables del local. Es evidente que la situación, si bien pintoresca y con el sello de la rebeldía juvenil, debe ser analizada bajo la óptica de la razón y de ninguna manera debemos dejar pasar por alto que los afiches y los huevazos fueron irrespetuosos, agraviantes y en nada aportaron a la solución del tema.
Dado que las versiones esgrimidas ante los medios, tanto por la Policía como por Alberto Polenta fueron contradictorias, no me atrevo a entrar en consideraciones al respecto de lo sucedido, pero es de esperar que mas allá del episodio, la sociedad toda no se quede con la anécdota y se empiece a hacer cargo definitivamente de este y otros temas.
Carpincho
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