Unas largas vacaciones no han mejorado ni empeorado nuestra perspectiva respecto a los medios de prensa ni respecto al periodismo en particular. Profesión ésta, a la que algunos osados asomamos en forma a veces tímida, otras en forma irreverente, pero que respetamos profundamente.
Ese respeto es el que me exige que a veces toque temas vinculados a la prensa, a pesar que me suelen costar algunas enemistades.
En este caso, me voy a referir a una publicación en nuestro medio que parece ir ganando un lugar: el periódico PerteneSer y mas concretamente a la nota denominada Las Josefinas de Naboleón, aparecida en el número de fecha 16 del corriente en la página 3.
Aclaro, por si oscurece, que defiendo a ultranza el derecho de cualquiera a expresarse por la prensa y de cualquier manera, y que creo que dicho periódico viene a llenar algunos huecos vacíos en el periodismo local por lo que merece la bienvenida, y aclaro también que es bienvenida la valentía de publicar y escarbar contra el poder político local que no tiene las cosas claras y contra el poder económico que a veces asume el rol de patrón de estancia como lo está haciendo.
Ahora bien, con el mismo énfasis, necesito decir que ese tipo de notas traicionan el espíritu de un periodismo serio. Por usar una frase destacada del mismo periódico, diré que por supuesto que “las limitaciones son mentales”, pero a veces son también bienvenidas las limitaciones mentales que surgen a impulso de la razón. Una de esas limitaciones nos debe indicar que publicar o cuando una publicación va mas allá de lo que la ética periodística permite. Las Josefinas de Napoleón, mas allá de su ingenioso título no tiene valor literario en tanto ficción, e involucra a muchas personas, con vida pública y sin ella, pero siempre respecto a conductas del ámbito privado y en esto debemos ser claro, si las conductas refieren a hechos de índole estrictamente privado sin afectación pública, solo le atañen a los involucrados y en todo caso a la conciencia moral o a la Justicia Divina,…mas allá de cuanto le interesa al consumidor.
Puede que esté influenciado en esta cuestión, por no entender tampoco la desesperación de la sociedad en el programa televisivo de “Gran Hermano” pero si lo de Naboleón responde a este modo de mirar la vida…quiero dejar sentado mi desacuerdo.
Por último, y por si alguno cree ver en esto algo de pacatería, destaco la existencia de muchos menores que quedan directamente involucrados, y que tales hechos pueden resultarles de nefastas consecuencias.
Carpincho
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