El elenco, integrado por Valentina y Catalina Klein (una especie de mimos introductorios y asistentes), Andrea Diaz de Tuesta, en el papel de Rudy (un maestro de payasos) y los aprendices de payasos: Iara Zanella (Pepe), Florencia Cremonte (Pipa), Araceli Lavallén (Pupa), Belén Costa (Pepo) y Daniela Lavallén (Papa) llevó adelante con mucha gracia y simpatía una versión libre de la obra de autoría de Manuel Gonzalez Gil.
Desde el paradigma de su bohonomía el premiado hombre de teatro y laureado escritor ha hecho a los payasos -un referente con el que siempre nos identificamos- protagonistas de su obra, para reflexionar en ella, desde la simbólica alegría de sus personajes, sobre la educación.
La educación nos moldea y nos hace personas. El autor sabe, como lo acabarán sabiendo los personajes gracias al maestro Rudi, que la educación es lo menos material que existe, pero es la fortaleza espiritual de los pueblos y de los seres humanos.
"No podemos permitir que la educación se convierta en un privilegio" ha dicho el maestro Ernesto Sábato y el miércoles pasado, en su visita a nuestra ciudad, el Director General de Educación Mario Oporto, se refirió a la tensión entre inclusión y calidad educativa, señalando que incluir por permanencia y sin aprendizaje no tiene sentido, como tampoco lo tiene una calidad que excluye, porque puede significar la formación de una elite, pero no un bien social.
Más allá de las modas actuales, solo desde la cultura y el conocimiento crecemos como personas y nos hacemos más justos, más listos, más humanos, más sabios y más demócratas.
No hablamos de formación o instrucción, sino de educación en auténticos valores humanos y de convivencia social y ciudadana.
Leer es saber, pero debemos leer en los libros y también en el quehacer diario de la gente que nos rodea y convive con nosotros.
Payasos en Peligro, que acaban siendo -gracias a la educación- payasos seguros, es una hermosa obra que invita a disfrutar con el espectáculo: palabra y música y para que aprendamos y repasemos las reglas para salir a la calle, andar en bici y pasear o viajar en auto. Es una obra escrita para todos los públicos, aunque su autor la subtitule y la señale como una comedia musical infantil, no es una obra menor, sino muy grande, a pesar del humilde propósito de su autor y, afortunadamente pudimos verla y disfrutarla todos, como en el circo, hombres y mujeres, niños jóvenes y mayores. Es una pieza para reir, para soñar y para desde la reflexión, ensanchar las fuerzas de nuestro espíritu y comprender que los seres humanos -para crecer como personas- debemos asumir algún compromiso personal y social: la honestidad como parte de nuestra conducta vital; la solidaridad como exigencia de pertenencia a una comunidad y la participación en la vida de nuestra ciudad.
Así, las pequeñas de OSFLA y la instructora, con su corta edad, asumieron un desafío muy grande: restaron horas a sus ocupaciones y tiempo libre, abocadas a los ensayos y presentaciones.
Distintos estamentos de nuestra comunidad brindaron su aporte: la Asociación Casa de piedra, en la persona de su Presidente Javier Lizarralde, abrió desinteresadamente las puertas del Salón Cultural Pedro Arruvito y los directivos de los Jardines de Infantes hicieron lo posible para que sus niños asistan a las funciones; los papis y demás familiares acompañaron a las presentaciones de fin de semana...
De este modo, en Alberti - la ciudad que firmó el Pacto Social para el Cumplimiento de las Normas de Tránsito- se dio un paso más para vivir sin lastimarnos, ni lastimar.
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