Habitualmente no somos escritores en este periódico virtual de los hechos políticos que ocurren a nivel nacional, aunque por decantación cada uno de ellos direccionan los rumbos de lo que pasa a nivel local y viceversa (en algunos casos). Pero no pude resistir la tentación después de semejante hecho histórico, de escribir algunas líneas de lo que vivimos la madrugada de este jueves tan particular para todos nosotros. Sobre todo a los que nos place disfrutar de una verdadera democracia.
Julio Cobos tal vez uso las mejores palabras cuando advirtió: “No se trata de juntar votos, se trata de buscar consensos.”
Quién ganó en definitiva, después de tanto tirar de ambos extremos de la soga en estos cuatro meses?
Sin dudas, el único ganador es el pueblo argentino. En todo caso si hubo un perdedor (y creo que así lo es) fue Néstor Kirchner y su intolerante manera de manejar la política desde el lugar que sea, de una manera casi autodestructiva.
Ganó el sentido común, la verdadera política donde se escucha, se dialoga y se discrepa de manera respetuosa y buscando consensuar, apostando a las convicciones y los verdaderos valores de las personas.
Perdió el autoritarismo, la intolerante presión política, la transigencia, la chupada de medias y el fanatismo. Fue ese Congreso dormido, ninguneado y humillado, el que se animó a ponerle límites a la locura de Kirchner y fueron las instituciones democráticas las que se tomaron la gran revancha histórica poniendo al Presidente del partido Justicialista en su lugar. Perdieron los que acostumbran a comprar leyes ya sea con cargos, puestos o dinero efectivo. Los que afirmaron siempre que todos los seres humanos, y sobre todo en política, se pueden comprar como si fueran mercadería.
Todo eso perdió.
Ganaron los que tienen esperanza. Los pocos y no tanto, que estan en la oposición o en el oficialismo y que quieren cambiar la historia desde hace tiempo, sin pensar en acrecentar su patrimonio.
Esta vez el cambio vino del interior. De la lucha de los del campo, chacareros y no tanto que respaldados por otros sectores y el pueblo común, aguantaron la presión y la indiferencia de algunos gobernantes locales como en nuestra ciudad, peleando en terrenos para ellos desconocidos como lo son las transas políticas, los arreglos, y las obediencias debidas a quienes bajaban líneas con el afán de poner de rodillas a los productores del agro.
El campo también se encargó de poner límites. Fué ese pueblo de raices fuertes en el interior que apuntalando las instituciones democráticas ayudaron a poner el freno a la desencajada movida kirchnerista.
Julio Cobos tal vez uso las mejores palabras cuando advirtió: “No se trata de juntar votos, se trata de buscar consensos.”
Quién ganó en definitiva, después de tanto tirar de ambos extremos de la soga en estos cuatro meses?
Sin dudas, el único ganador es el pueblo argentino. En todo caso si hubo un perdedor (y creo que así lo es) fue Néstor Kirchner y su intolerante manera de manejar la política desde el lugar que sea, de una manera casi autodestructiva.
Ganó el sentido común, la verdadera política donde se escucha, se dialoga y se discrepa de manera respetuosa y buscando consensuar, apostando a las convicciones y los verdaderos valores de las personas.
Perdió el autoritarismo, la intolerante presión política, la transigencia, la chupada de medias y el fanatismo. Fue ese Congreso dormido, ninguneado y humillado, el que se animó a ponerle límites a la locura de Kirchner y fueron las instituciones democráticas las que se tomaron la gran revancha histórica poniendo al Presidente del partido Justicialista en su lugar. Perdieron los que acostumbran a comprar leyes ya sea con cargos, puestos o dinero efectivo. Los que afirmaron siempre que todos los seres humanos, y sobre todo en política, se pueden comprar como si fueran mercadería.
Todo eso perdió.
Ganaron los que tienen esperanza. Los pocos y no tanto, que estan en la oposición o en el oficialismo y que quieren cambiar la historia desde hace tiempo, sin pensar en acrecentar su patrimonio.
Esta vez el cambio vino del interior. De la lucha de los del campo, chacareros y no tanto que respaldados por otros sectores y el pueblo común, aguantaron la presión y la indiferencia de algunos gobernantes locales como en nuestra ciudad, peleando en terrenos para ellos desconocidos como lo son las transas políticas, los arreglos, y las obediencias debidas a quienes bajaban líneas con el afán de poner de rodillas a los productores del agro.
El campo también se encargó de poner límites. Fué ese pueblo de raices fuertes en el interior que apuntalando las instituciones democráticas ayudaron a poner el freno a la desencajada movida kirchnerista.
Ojalá Cristina sea la primera encargada de terminar con eso que su marido practicaba, poniendo de rodillas al otro, de manera patotera tratando de hacer creer a la gilada que el adversario es un enemigo. Ojalá la Presidente, le pida a su marido que ocupe el cargo que le compete, el de ex- Presidente y deje de crispar y violentar al los sectores que ataca.
Nestor Kirchner se encargó en su último discurso desesperado, de decir lo que nunca quisimos volver a escuchar: comparó quienes se manifestaron pacíficamente a pesar del cansancio y la presión del tiempo, con "grupos de tareas que utilizaron el asesinato y la tortura como herramienta política". Muchos de aquellos a los que el ex mandatario se refirió, son amigos nuestros, compueblanos, y conocidos de la infancia. No creo ver jamás a un "laucha" asesino, a un "toro" en grupo de tareas, ni a un "ñato" torturador. Y así será en otros pueblos de costumbres desconocidas para el pingüino.
Es hora, y justamente ahora, de sacarse de encima a los personajes mas nefastos que solo han perjudicado a quienes gobiernan y sobre todo a quienes quieren hacer una oposición digna y constructiva. A los patoteros como D Elia, a los que putean por la espalda por pensar distinto como los Kunkel, a los Guillermo Moreno y a todos los de la larga lista que forman parte de un gobierno que difícilmente ayude a nuestro país.
Tal vez sin Kirchner, el gran perdedor de estos cuatro largos e improductivos meses, la Presidente tenga la posibilidad de gobernar con libertad y sin presiones. Así de sencillo, así de complicado. Ocupando el lugar que se ganó con el voto del pueblo, inclusive con la mayoría de los productores rurales (o no)
La madrugada de este jueves 17 de julio, la historia argentina escribió una de "sus páginas mejores", en la que ganó la discusión con altura y con convicciones a pesar de algunos senadores que cayeron en la tentación de la Banelco.
El tiempo juzgará si la ley fue acertada o no.
La historia aplaudirá un nuevo triunfo de la democracia.
Javier Lizarralde
albertimultimedios@yahoo.com.ar
Nestor Kirchner se encargó en su último discurso desesperado, de decir lo que nunca quisimos volver a escuchar: comparó quienes se manifestaron pacíficamente a pesar del cansancio y la presión del tiempo, con "grupos de tareas que utilizaron el asesinato y la tortura como herramienta política". Muchos de aquellos a los que el ex mandatario se refirió, son amigos nuestros, compueblanos, y conocidos de la infancia. No creo ver jamás a un "laucha" asesino, a un "toro" en grupo de tareas, ni a un "ñato" torturador. Y así será en otros pueblos de costumbres desconocidas para el pingüino.
Es hora, y justamente ahora, de sacarse de encima a los personajes mas nefastos que solo han perjudicado a quienes gobiernan y sobre todo a quienes quieren hacer una oposición digna y constructiva. A los patoteros como D Elia, a los que putean por la espalda por pensar distinto como los Kunkel, a los Guillermo Moreno y a todos los de la larga lista que forman parte de un gobierno que difícilmente ayude a nuestro país.
Tal vez sin Kirchner, el gran perdedor de estos cuatro largos e improductivos meses, la Presidente tenga la posibilidad de gobernar con libertad y sin presiones. Así de sencillo, así de complicado. Ocupando el lugar que se ganó con el voto del pueblo, inclusive con la mayoría de los productores rurales (o no)
La madrugada de este jueves 17 de julio, la historia argentina escribió una de "sus páginas mejores", en la que ganó la discusión con altura y con convicciones a pesar de algunos senadores que cayeron en la tentación de la Banelco.
El tiempo juzgará si la ley fue acertada o no.
La historia aplaudirá un nuevo triunfo de la democracia.
Javier Lizarralde
albertimultimedios@yahoo.com.ar
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