28.12.07

IMPUESTAZO

El miércoles 19 se realizó la sesión para aprobar la ordenanza preparatoria que será debatida en la asamblea de Concejales y mayores contribuyentes.
Para esas instancias, los concejales del FPV ya habían aclarado que el aumento de las tasas no sería del 90%, sino del 50%, y que esta decisión se trataba de algo que tenían pensado desde antes de la manifestación en contra llevada a cabo la semana anterior y que era un momento único de la democracia que estos se hayan enfrentado al intendente de su mismo partido exigiendo la reducción del aumento en un 40%. (Uno puede preguntarse en este momento por qué en la conferencia de prensa que dio el intendente Leonel Zacca, donde comunicaba la noticia del próximo aumento de las tasas en un 90%, los concejales se encontraban con el, como avalando esta decisión. En fin, sigamos.)
El recinto estaba lleno: sillas ubicadas justo por detrás de las bancas (que estaban ocupadas por gente que aplaudía a los concejales del FPV, o sea, el aumento de las tasas, salvando algunas excepciones) a las que se sumaba gente parada que decididamente no creía ni justo ni necesario el aumento, aunque sea del 50%.
Se desarrollaba con relativa tranquilidad la sesión, y digo “relativa” porque se oían palmas y gritos que provenían desde afuera, manifestándose en oposición al aumento propuesto (e impuesto) por el FPV. Dicha protesta comenzó a oírse cada vez más cerca, ya que la gente, como también quería saber qué estaba pasando, subió al recinto. En este momento se volvió más dificultoso oír a los concejales, porque inclusive a ellos se les hacia más difícil hablar (a algunos por el ruido y a otros porque a esto se le sumaba cierto nerviosismo).
La sesión continuó entre palmas y gritos, como: “ladrones, dejen de robar”, que expresaban desacuerdo con la medida que el oficialismo pretendía concretar.
En este clima en el que el Presidente del Concejo les dijo a los concejales que aquel que sintiese que le estaban faltando el respeto lo dijera y se desalojaba la sala, a lo que la gente respondió cantando “¡no se va, el pueblo no se va!”, se desarrolló un debate entre los representantes del oficialismo y los representantes de la oposición. Ambos bloques intercambiaron sus opiniones. La oposición se manifestó claramente en contra del aumento de las tasas por considerarlo innecesario, (creen que se cuenta con los recursos necesarios para solventar los gastos que vayan a realizarse si se reducen los mismos y comienza a “gastarse bien”) ya que los concejales del FPV no tuvieron argumentos realmente sólidos para demostrar el porqué del aumento, para demostrar que no es arbitrario y que existe una causa para decidir que el aumento sea del 50%.
Salvo que sea “como se dice por ahí”, que tienen que aumentar los impuestos por “la fiesta que hicieron en los cuatro años de su gestión anterior” (ya que ante esto los concejales del FPV sólo pudieron argumentar que “la fiesta no fue tan grande”…)
Finalizado este debate resurgió la impotencia. ¿Por qué? Por saber que luego del mismo había quedado claramente demostrado que no era necesario el aumento de las tasas, que tenía que ver con una decisión arbitraria (a lo sumo necesaria para el FPV con el fin de tapar los “baches” de su gestión anterior que malgastó el dinero). Pero como el FPV es mayoría, sin oír el pedido de la gente y sin prestar demasiada atención a los argumentos otorgados por los representantes de la oposición, (en una votación extremadamente rápida en la que ninguno pudo ni levantar la mano) votaron a favor del aumento, quedando empatada la decisión, por lo que el Presidente del Consejo, Sebastián Daffonchio, utilizó sus facultades y desempató a favor de que las tasas se aumenten en un 50 %.
Ahora bien, creo que de esto se trata la democracia. No sólo de votar, si no de interesarse, movilizarse, de ir y escuchar, en definitiva: de involucrarse y participar de las decisiones sobre cómo se desarrollará nuestro futuro. Simplemente, (o no tan simple, si tomamos en cuenta cómo se han dado algunas situaciones), se trata de tener la libertad de manifestar, en igualdad, lo que se piensa (aunque se pertenezca a tal o cual partido, porque todos somos pueblo) sin temer represalias o castigos por parte de aquellos a quienes nos oponemos o diferimos en ideologías.


Daniela y Mariana Albizzatti

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