Para el ciudadano común una pregunta de tal naturaleza, le tiene que parecer necesariamente surgida de la pluma de un periodismo absolutamente amarillo o de un periodismo absolutamente mercenario al servicio de espurios intereses de uno u otro extremos.
Pero al decir verdad, después de la aparición del llavero a dos meses de la desaparición de su dueño, en un lugar que no deja dudas sobre la intencionalidad del hecho nos permite como ejercicio de imaginación una desmesurada y ridícula pregunta: si Julio López, vivo o muerto, podría llegar a aparecer en las narices del menoscabado Poder Ejecutivo Bonaerense.
Carpincho
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