En la imagen el precandidato a senador junto a militantes y autoridades partidarias albertinas en el comité de la U.C.R.
Los nuevos desafíos
Por Orlando Costa (*)
La política, que no es solo la lucha por el poder, nos plantea desafíos directamente vinculados con las condiciones de vida de las personas.
El voto ciudadano otorga legitimidad al funcionario electo y un mandato para hacer, para dar respuestas a problemas, para satisfacer demandas.
Como en el país y la provincia el sistema institucional tiene una fuerte concentración en las decisiones políticas y en la administración de recursos económicos, muchas expectativas populares se vuelcan en lograr eficaces gestores públicos (rol importante, por cierto), que acerquen los “beneficios” de los gobiernos centrales a los territorios donde vive la gente.
Sin embargo, como se demostró recientemente, es necesario trabajar por una efectiva descentralización y un eficiente manejo de los recursos apuntando al bien común.
Enfocando la política desde el interés general, también es fundamental considerarla como actividad promotora del desarrollo, en la búsqueda del bienestar como objetivo superior.
Desde este razonamiento, territorio, sociedad y política, constituyen elementos clave a revalorizar; para no esperar solo “lo que se nos dé desde arriba”, para ser protagonistas de nuestro propio destino con más participación y compromiso.
Tomando como base de representación la cuarta sección electoral y asumiendo que somos unos 600.000 habitantes (casi el 5% de la provincia) distribuidos en 6.000.000 has (el 20% de la superficie provincial), con mucho por hacer por nosotros mismos, provocaríamos la envidia de cualquier observador extranjero por la potencialidad que encierra esta dimensión.
Más que un entorno geográfico en el que se realizan actividades económicas, productivas y sociales, el territorio es un lugar de encuentro, de relaciones e intercambio, de vínculos e iniciativas de las personas que condicionan o dinamizan el desarrollo según su voluntad y capacidades.
A los recursos humanos, físicos, naturales, económicos y financieros, se deben agregar el conocimiento y las nuevas tecnologías como activos de gran valor para buscar soluciones a cuestiones como la pobreza, el empleo, la inseguridad, la educación, la salud, el medio ambiente, el urbanismo, la prestación de servicios y ejecución de obras.
Es cierto que estamos ante una nueva crisis, incierta en su duración por la situación internacional, pero creo no tendrá la gravedad de la que sufrimos en 2001/2002 con el agregado simultáneo de las peores inundaciones padecidas en la región.
Quienes tuvimos responsabilidades de gobierno en ese tiempo, hemos aprendido lo importante que es el diálogo, la búsqueda de consensos, la definición de estrategias conjuntas y ejecución de acciones que promuevan el desarrollo.
No saldremos de una situación crítica con las mismas políticas y modos de actuación que le dieron origen, después de cinco años de extraordinario crecimiento económico mal aprovechado.
El reciente conflicto “del campo” demostró que los productores agropecuarios tienen pleno conocimiento de su sector, y están organizados para la mejora continua de su actividad como para la defensa de sus intereses.
Las Cámaras de Industria, Comercio y Servicios, representativas de miles de PYMES, trabajan en red desde hace tiempo con valiosas iniciativas que exceden el mero interés corporativo.
Existen instituciones educativas y formativas, como el caso de la UNNOBA en la que estudian más de 5000 alumnos. Tiene un fuerte compromiso con la región, capacidad de investigación, produce conocimiento e interactúa con los sectores público y privado con acciones como los Polos Tecnológicos de Informática y Biotecnología.
Son solo algunos ejemplos de actores, entre tantos, que debidamente articulados pueden contribuir enormemente para mejorar nuestras capacidades y competencias, para optimizar recursos endógenos, para aprovechar mejor las oportunidades del contexto, para minimizar debilidades y potenciar fortalezas.
Podríamos decir que no solo de los gobernantes depende el futuro, también es necesario considerar qué somos capaces de producir como sociedad, como ciudadanos involucrados más que como habitantes de un lugar.
Por eso la generación de ámbitos de reunión de lo público, lo privado y lo social, en los que el diálogo produzca confianza para la construcción colectiva, para el cambio cultural y la innovación, constituyen ambientes sinérgicos para planificar y gestionar el mejor porvenir.
Hay que llenar la agenda política de compromisos para ello, ocupar las horas de nuestra actividad trabajando para mejorar el sistema institucional en todos los órdenes. Favoreciendo la participación y achicando la brecha entre representantes y representados, debatiendo con argumentos enriquecedores, entendiendo que la cosa pública es de todos, que es necesario propiciar una nueva cultura política, con calidad democrática en procura del bienestar colectivo y la dignidad que nos debemos.
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