La siguiente es una nota del prof. Cesar Arrondo en homenaje a otro de los grandes políticos argentinos.
Como un sentido homenaje a Hipólito Yrigoyen, al cumplirse el 77 aniversario de su fallecimiento, queremos recordar un episodio de su política exterior soberana, la cual, no hacía más que dignificar a la Nación Argentina ante el mundo. En este sentido, al finalizar la primera guerra mundial las potencias triunfantes se reúnen en Versalles, con el fin de redactar el tratado de paz con los países vencidos en la guerra. Es bien conocido que la República Argentina durante la guerra, y más allá de la presiones de los intereses económicos internacionales, y de los sectores conservadores del país, mantuvo una política de "neutralidad activa", en el convencimiento, de que la violencia no es el método ideal para dirimir cuestiones entre los pueblos, ni entre las personas.
Este aspecto filosófico se enmarca en el pensamiento yrigoyenista de matriz Krausista, que establece un "sistema universal" basado en un "racionalismo armónico" que alcance a todos los pueblos de la tierra. Esta misma doctrina filosófica Krausista, es la que afirma que el "conflicto es una relación anormal. En tal sentido, Hipólito Yrigoyen antepone al conflicto, principios y valores tales como "la paz" y la “armonía”, que marcan el comienzo de una relación racional y dialogada entre las naciones del mundo en conflicto.
Al finalizar en el año 1919 la primera guerra mundial, y a iniciativa del Presidente de los Estados Unidos Wilson, se comienzan a desarrollar una serie de reuniones paralelamente a las reuniones de Versalles, con el fin de organizar la "Sociedad de las Naciones", entidad que nuclearía a todos los países del mundo. En esa oportunidad, y a solicitud de la República Argentina, una comisión designada por el gobierno argentino participa de las deliberaciones, con el fin colaborar con la constitución de esta nueva Institución de alcance internacional.
La Argentina estaba representada por su Ministro de Relaciones Exteriores el Dr. Honorio Pueyrredón, y Marcelo T de Alvear, quién era Embajador en Francia. Estos fueron depositarios de la "Posición Argentina" ante la asamblea constitutiva. En tal sentido, en un banquete que el ministro de RREE de Bélgica ofrecía al Ministro de RREE Honorio Pueyrredón, éste afirmaba: "la política internacional del egoísmo, del aislamiento, ha de ser sustituido por la política del altruismo que acerca a los pueblos más distantes, porque la cooperación entre las naciones es indispensable, y sin ella es simple ficción el internacionalismo. La civilización al vincular a los pueblos, hace a todos concurrir a la obra humana; no hay así ni grandes, ni pequeños, unos y otros son factores eficientes e indispensables. Por eso, la aspiración de unir a las naciones en una asociación inconmovible, como tribunal supremo de justicia, no es una concepción utópica, es una inmediata realidad factible, y de una sabia constitución depende la estabilidad soberana de los Estados y el bienestar interno de los pueblos...".
La Política Argentina resultó clara y terminante. Y bajo estos términos debía fundarse la paz y la estabilidad mundial, así se otorgaba a la democracia un sentido social, reuniendo de esta manera, las aspiraciones de un tercer mundo con sus reclamos y posiciones a nivel internacional.
Hipólito Yrigoyen había aceptado participar de las deliberaciones en un marco de IGUALDAD de las naciones del mundo, sin distinciones entre potencias triunfantes de una reciente guerra y las demás, sean estas vencidas o neutrales, donde rija el principio universal de igualdad entre de los estados, propiciando el diálogo como mecanismo de resolución de los problemas internacionales y trabajando para lograr instaurar una paz fraterna entre las naciones.
Pero como los países centrales que impulsaban la fundación de la Sociedad de las Naciones, perseguían otros objetivos, Hipólito Yrigoyen ordena el retiro de la delegación argentina, en diciembre de 1920, con el siguiente argumento: “La IGUALDAD entre las naciones concurrentes es condición indispensable para el funcionamiento, afirmó Pueyrredón para justificar la permanencia de la Delegación Argentina en Ginebra, de acuerdo con la independencia que ninguna puede declinar, sin abdicar del cumplimiento que la misión que les corresponde en los destinos de la humanidad, la Nación Argentina es parte del mundo, nacida a la existencia con tan justos títulos como cada una de las demás, no esta con nadie o contra nadie, sino con todas para bien de todas".
Las políticas soberanas, han sido a través de la historia del radicalismo una constante, y si bien el mundo ha cambiado y es interdependiente, igualmente resulta prioritario respetar esta tradición yrigoyenista, recuperando el rol del Estado y estableciendo una "política soberana" ante un primer mundo, el cual, vuelve a discriminar como lo hiciera en 1920, esta vez, haciendo la diferenciación entre países poderosos y pobres. En este sentido, siguiendo el pensamiento de Hipólito Yrigoyen, debemos recuperar la dignidad como Nación, y el respeto del principio que establece que: “los pueblos son sagrados para los pueblos y los hombres para los hombres” garantizando el derecho a la autodeterminación para todas las naciones del mundo, y su libre asociación a organismos internaciones, donde sea respetada la igualdad entre los miembros que la componen.
Prof. César Arrondo
Director de la Cátedra Libre Hipólito Yrigoyen
Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
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